Los vecinos han informado de que el felino, que ha sido bautizado como «Kittyler», ha sido visto frecuentemente paseando por las calles y visitando los bares y cafeterías locales.Según algunos testigos, Kittyler parece tener una personalidad un tanto autoritaria, y se ha ganado el apodo de «el dictador de las calles».
Se dice que a menudo se sienta en una silla alta en los bares, observando con desdén a los demás clientes mientras acaricia su «bigote».A pesar de su apariencia inquietante, muchos residentes han acogido con agrado la presencia de Kittyler y lo han adoptado como su mascota local. Incluso se ha iniciado una campaña para recaudar fondos y crear una estatua en su honor en el centro de la ciudad.
Algunos activistas de derechos de los animales han expresado su preocupación por la explotación del aspecto de Kittyler y han pedido a los residentes que recuerden que los animales no deben ser objeto de burla ni de maltrato.